La opresión de la mujer surge a partir de la propiedad privada de los medios de producción esa una cosa que no se toca en este día de la madre y quizás algunos nos pueden preguntar, porque hacemos esta relación, sin embargo yo creo que hay que hacerla por el doble rol que nos toca jugar a nosotras las mujeres, nuestro rol de madres siempre ha estado ligada al sometimiento.
En los orígenes del hombre no existía propiedad privada de los medios de producción, tampoco existían clases sociales. En la familia primitiva, el matrimonio se realizó, durante un largo período, a través de grupos, donde los hombres eran maridos y las mujeres, esposas. No existía la monogamia. Los hombres eran padres de todos los niños y las mujeres, madres.
El matriarcado fue sustituido por el patriarcado cuando el desarrollo de la agricultura, del pastoreo y las técnicas de fundición de metales para crear nuevos instrumentos propició el surgimiento del excedente de producción. Por un lado fueron los hombres quienes pasaron a controlar las más sofisticadas técnicas e instrumentos de producción, controlando también los excedentes que generaban. Por otro, como en los matrimonios por grupos era imposible determinar la descendencia paterna, la sociedad se readecuó para que los hombres pudiesen legar a sus hijos legítimos los bienes que acumulaban en vida. Para garantizar la herencia, surgió la monogamia.
El desmoronamiento del derecho materno (matriarcado) supuso “la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo”. Apartada de la producción social, la mujer se refugió en el mundo doméstico, de reproductora, que en el pasado fue su principal triunfo, se volvió su grillete más pesado. A partir de ahí, en los distintos modos de producción (esclavismo, feudalismo y capitalismo) de las sociedades divididas en clases, la historia de la mujer fue la historia de su opresión.
Esa opresión-explotación de las mujeres se manifiesta de varias formas: la reproducción y el mantenimiento de la fuerza de trabajo a través del trabajo doméstico no remunerado y la utilización de la mano de obra femenina con salarios más bajos, propiciando mayor extracción de plusvalía (más beneficio para la clase dominante, la burguesía).
Estas dos categorías (opresión y explotación) se combinan, son distintas. La opresión ataca a todas las mujeres en su desarrollo profesional, derecho al trabajo, su libertad para decidir sobre su vida y disponer de su cuerpo. Para justificar la opresión, se creó el mito de la inferioridad femenina, presentándose en mayor o menor énfasis dependiendo de la época histórica. Actualmente, la tesis de inferioridad es disfrazada por el concepto de “desigualdad”.
Por su naturaleza, basada en la desigualdad y la explotación, el capitalismo es incapaz de acabar con la opresión femenina. La igualdad entre hombres y mujeres sólo podrá lograrse a partir de una revolución socioeconómica y política que derrumbe este sistema. Las trabajadoras y trabajadores deben unirse en la lucha por la emancipación de la mujer y en un día como hoy donde celebramos el día de la madre, “decimos arribo las mujeres delo mundo”.
María Teresa Espinoza
Secretaria de la Mujer.