En las últimas semanas hemos visto cómo el Gobierno, golpeado por el llamado caso Convenios, ha quedado de manos atadas frente a los permanentes chantajes de las derechas para frenar el desarrollo de la discusión legislativa de la reforma de pensiones y del pacto fiscal que propone el Ejecutivo.
Desde el mundo del trabajo hemos hecho observaciones al proyecto, el que vemos como insuficiente como política pública, pero que es un buen piso para un proceso de construcción de un verdadero sistema de seguridad social. Por ello es que la posición de la oposición sólo confirma que se encuentra en modo negación, pensando en el ciclo electoral 2024/2025 y no en los intereses de millones de chilenas y chilenos.
Hasta ahora hemos escuchado que las y los parlamentarios de derecha han sostenido que el proyecto no garantiza mejores pensiones, que es estatizar el sistema de pensiones, que el Estado pretende quedarse con los ahorros de las y los trabajadores, que -en el marco de la actual crisis del Gobierno- que el Estado administre los fondos de pensiones es un riesgo de que la plata sea ocupada en cualquier cosa.
Una serie de burdas y absurdas afirmaciones que reflejan que no quieren mejorar las condiciones de vida de millones de personas que han dejado su vida en el trabajo y con las cuales han sostenido su defensa a ultranza de un modelo que asegura ganancias desproporcionadas a los grupos económicos.
Y, por cierto, el último palo en la rueda que han puesto las derechas es condicionar cualquier diálogo a la presencia del exministro Giorgio Jackson en el gabinete. ¿Pero qué puerta ha abierto su salida? Ninguna, sencillamente solo ha dado paso a un nuevo episodio de excusas por parte del sector para no ponerse a disposición de avanzar en el debate legislativo.
¿Muerto el perro no se acaba la rabia de la derecha? Todo lo contrario, muta. Ejemplo de ello son las pachotadas que las dirigencias de los partidos de Chile Vamos emitieron a la salida de la reunión en La Moneda para retomar las negociaciones por la reforma de pensiones y pacto fiscal: «Reconocemos los esfuerzos, pero dichos como los de Jarpa no pueden repetirse», advirtió el presidente de Renovación Nacional, Francisco Chahuán.
Por lo mismo, y considerando la necesidad política e histórica que significa para Chile el avance de la reforma previsional -y la concreción del programa de gobierno-, es momento de poner las cosas en blanco y negro, ya no existe más margen para la búsqueda de consensos que no logran cumplir con las expectativas de la gente y que al final del día le dejan siempre ganancia a los mismos de siempre.
Mientras la derecha se soba las manos, el gobierno debe hacer esfuerzos reales por concitar la mayor unidad en torno a los cambios sociales y mejoras en la calidad de vida de las personas, desplegarse en las bases para congregar apoyo y unidad ciudadana. Este esfuerzo debe ser diario, permanente y no quedarnos en la acción comunicacional, el punto de prensa o la foto bien producida.
No se le puede pedir peras al olmo, ni a que las derechas estén disponibles porque sí a poner sus votos en el Congreso para los cambios que Chile y su gente necesitan. Se debe cambiar la estrategia para conseguir reformas que generen cambios verdaderos: develar los intereses de la oposición, empezar a obligarla a asumir sus responsabilidades y ponerse a trabajar junto con y para la gente.
Columna publicada en Cooperativa.cl